(Mal) Estando en la cultura y narcisismo de muerte

Lágrima de diamante. Pintura de la Psicoanalista y artista plástica  argentina Elizabeth Chiavo, tempranamente fallecida. Lágrima de diamante. Pintura de la Psicoanalista y artista                           plástica argentina Elizabeth Chiavo, tempranamente fallecida.


                                             “Mejor pues es que renuncie quien no puede unir a su horizonte la subjetividad de su época” Jacques Lacan, Escritos I, 1980.

                                           “Cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él” Jean Paul Sartre

(Este artículo está dedicado a Eli, quien me enseñó el valor de la libertad y la vida)

En la sociedad postmoderna se presenta una exacerbación de lo que ya, con su genial anticipación, escribiera Freud, en el texto “El malestar en la cultura”.

Voy a ilustrarlo con un ejemplo:

A fines de Abril de 2012 apareció un artículo en el diario Clarín sobre el narcisismo, donde fui citada, aunque lamentablemente fuera de contexto, lo que hizo de la noticia un reflejo del pensamiento neoliberal acerca del “narcisismo”. En este artículo se ponía de relieve el exceso de individualismo, la cultura de la belleza y la juventud y la productividad a la que se nos empujaba. Sin embargo se presentaba al narcisismo como si fuera la enfermedad del sujeto a la que supuestamente los psicólogos debiéramos intervenir para curar a estos “individuos narcisistas”. El artículo no daba cuenta que, es la sociedad la que fomenta determinado malestar para el sujeto, para alienarlo y convertirlo en un “esclavo moderno” al servicio de pequeños grupos de poder. Entonces, siguiendo esta lógica, el narcisismo (entendido como individualismo) es un desvío de la normalidad que puede y debe ser “curado”.

En realidad el (mal) estar en la cultura es estructural, es decir, constitutivo de lo humano, dado que todos los hombres para vivir en sociedad, deben ceder algo de su narcisismo (entendido como la búsqueda del bien para sí mismo) en pos de la generación de lazos sociales y la búsqueda de un bien común. Sin embargo, el discurso de la homogeneización llamado también “globalización”, tiene un efecto directo que borramiento de TODA singularidad. Ya no se cede una parte de narcisismo para realizar un “contrato social”. Se cede TODO el sujeto a favor de los intereses de un sistema del cual son beneficiarios unos pocos. Y este proceso de desubjetivación, toma nuevas vestiduras y ropajes para hacerse decir en cada época y será tarea de los psicoanalistas hacerlo hablar en su particularidad, ya que es una expresión de lo que Lacan denominó  “la subjetividad de la época”.

Entonces la subjetividad hoy muestra una marcada decepción; el escepticismo, la falta de sentido de la vida, la búsqueda de satisfacciones inmediatas, la necesidad de obtener respuestas rápidas, son la resultante de (con) vivir en esta cultura. La angustia resultante es invasiva y aniquilante en lugar de un monto de angustia que opere como motor del deseo. La secuela es un narcisismo al que podríamos llamar “de muerte” porque destruye el deseo por la vida.

Hoy es la sociedad del  TODO, todo parece poder mostrarse abiertamente y sin palabra que lo procese (especialmente sexo y muerte en imágenes descarnadas) todo parece posible de curar y de enfrentar, de la forma más rápida y light posibles. En lugar de la represión sexual que operaba sobre la sociedad en la que vivió Freud, tenemos la represión TODA del sujeto, es decir su supresión. Por ello los lazos sociales con el otro se caracterizan por la violencia y el atropello de un discurso que no reconoce ni respeta la subjetividad. Lejos de ello, la convivencia queda desenlazada del amor, del auténtico “narcisismo de vida” que le permite al hombre construir su subjetividad. Como consecuencia, se acrecientan los sentimientos de soledad, desesperanza y el apetito de éxito económico-social y estético, que se articulan a una ética capitalista, despojada del respeto por lo humano, oculta el borramiento del sujeto.

El Psicoanálisis en este sentido tiene una ética anticapitalista, porque apuesta a la posibilidad de hacer hablar la diferencia para que el sujeto escuche lo que tiene de singular, para hacerse cargo de aquello en lo que no se encuentra como objeto de la masa. Escuchar la verdad del inconsciente es cultivar las diferencias para que una vida se vuelva digna, en acuerdo con el deseo enmarcado en la ley de la cultura. Y hablar de ley, es hablar de tomar consciencia de que NO TODO se puede. Dentro de esos límites, la angustia se encauza como motor de la vida.

Como plantea Sartre, el ser humano es siempre un pro-yecto que se realiza en sus acciones, en sus decisiones y en sus elecciones, en la imagen que construye sobre sí mismo y sobre lo que pro-yecta de su propia vida. Proyecto condenado a ser libre ya que el ser humano es una posibilidad que se abre en la condición de su existir, que se despliega y se manifiesta en el ejercicio de la libertad. Lo humano se expresa en los proyectos arrojados a la existencia sin ser determinados por un otro superior, sino por el accionar mismo de su forma particular de existir. El hombre es, por lo tanto, lo que hace. La responsabilidad que le cabe por sus acciones es radical y estructurante, ya que es y existe a partir de sus elecciones y de sus propias limitaciones. Desafío de encontrar en lo humano una posibilidad de ser (en acto) entre muchas, esa posible combinación de decisiones y elecciones que se despliegan en la acción.

Quisiera cerrar con la frase de Sartre del epígrafe: “Cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él”. La cuestión es: estaremos dispuestos a luchar por hacer lo que somos? Porque sólo eligiendo el hombre se elige y (re) crea a sí mismo. Esa es la más maravillosa esclavitud: la libertad de elegirse a sí mismo, de ella no podemos escaparnos ni desresponsabilizarnos. Porque en el inicio somos una nada y del más allá nada sabemos. “La libertad es el fundamento del ser” porque el hombre es una nada arrojada a sus proyectos. Deberemos entonces crear espacios de circulación de la palabra y de creación y recreación de los lazos sociales, para que cada cual invente su esencia, su existencia-proyecto. No hay más, pero tampoco menos, la dignidad que reclama la vida sólo puedo producirla siendo en acto (exis-tiendo) en el encuentro con el otro.

Lic. Liliana Paz Mendez

Psicóloga-MN 48359

Clínica de Adolescentes y Adultos

Orientación Vocacional y Ocupacional

Acompañamiento terapéutico

Cel/Whatsapp 1559428070

Email: psyche.ar@hotmail.com

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